Autora: Lucía Sánchez Martín
Título: Mágica rutina
Esta mañana he vuelto a encontrar la tapa del váter levantada. Se lo tengo dicho, pero nunca me hace caso. No hay desayuno que no esté acompañado de la misma conversación de siempre. Yo le digo: “Baja la tapa cuando vayas al baño por la noche”, y él responde:”Ya te he dicho que no llego”. Y, tras la excusa diaria, un ligero beso en la frente, de puntillas. Me exaspera. Y aun así me pasaría todas las mañanas de mi vida bajando yo la tapa que él deja olvidada aposta. Tener un gnomo viviendo en tu casa es una suerte que no todos poseen…
Autora: María Sirgo González
Título: Un vacío, una ausencia
“Esta mañana he vuelto a encontrar la tapa del váter levantada, pero yo la bajé anoche, de eso estoy segura. Cada día pasa algo distinto.”
Mi cuchillo en su espalda, gritos. Fin del juego.
Autora: Raquel Fernández Gallego
Título: Borrador de recuerdos
Esta mañana he vuelto a encontrar la tapa del váter levantada, la cama deshecha, el pan quemado en la tostadora y el calendario de la cocina mostrando un día pasado. También me he encontrado el cerebro de mi madre, antes tan minucioso y ordenado, haciéndose trizas.
Autora: Bárbara Tello Durán
Título: Será costumbre
Esta mañana he vuelto a encontrar la tapa del váter levantada. Será costumbre, me he pasado diecisiete años de mi vida levantándola. Ahora, me tendré que acostumbrar a comportarme como lo que siempre me he sentido: una mujer.
Autor: Adrián Romero Guerrero
Título: Rutinas
Esta mañana he vuelto a encontrar la tapa del váter levantada. “Seguro que ha estado aquí”, he pensado. Me he dirigido a la cocina y he confirmado mis sospechas al ver un plato en la mesa. Roberto siempre muere una vez a la semana. He cogido un trozo de pan y he empezado a roerlo mientras me dirigía al otro cuarto de baño. Mi hermano estaba en la bañera con el brazo metido en el agua teñida de rojo. Mamá tendrá que limpiarlo todo.
Autora: Paula Marina Díaz
Título: Esclavitud
Esta mañana he vuelto a encontrar la tapa del váter levantada, la pasta de dientes abierta, el grifo goteando, la ropa sucia a la entrada y la alfombrilla arrinconada.
Nunca cambiará. Diez años diciéndole cada mañana que sea un poco más cuidadoso, pero nada. Seguirá con sus manías y sus descuidos, sin importarle absolutamente nada.
A mí me toca callar, al fin y al cabo es el que me da de comer.
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