lunes, 21 de febrero de 2011

Semana 18ª Desde que tengo turno de noche apenas coincidimos en casa.

Autora: Lucía Sánchez Martín

Título: Nueva generación

Desde que tengo turno de noche apenas coincidimos en casa, ahora pasamos más tiempo juntos fuera. Por el día le acompaño al centro de desintoxicación y por las noches nos vemos en el club. Si yo estoy libre, nos vamos a una de las suites. Si no, se queda tomando algo. Hasta ahora las cosas han marchado bien así, menos cuando lo veo riéndose con alguna de mis compañeras, ya que los celos nos hacen discutir.
Hoy, uno de los clientes me ha preguntado por el moratón de la cadera. Espero que no se haya quejado al jefe…

Autora: Marian Robles Algar

Título: Cambio

Desde que tengo turno de noche apenas coincidimos en casa. No coinciden las sonrisas, las lágrimas, las miradas, sean tristes o alegres; no coinciden los momentos, no coinciden los gustos, no coinciden las opiniones, no coinciden los sueños no coinciden las metas, las expectativas. No coincide lo que sentía con lo que siento.

Autora: María Sirgo González

Título: Una urna en la estantería

Desde que tengo turno de noche apenas coincidimos en casa. Aunque no lo tuviera tampoco coincidiríamos. Son las dos de la tarde y acabo de ponerme el pijama, ya me voy directa a la cama. Hoy ha sido un día muy duro de trabajo. Me cae encima como un jarro de agua fría y no puedo hacer nada. Me despierto como siempre, a las cinco, soñando que sigue aquí conmigo. Ya no me doy cuenta de que los días no son lo que antes eran. Y de que ya no duermo para descansar, últimamente duermo para soñar con él; para vivir. Mi vida es la mentira, mi sueño… la verdad.

Autor: Antonio David Ramírez Díaz

Título: 016

− Desde que tengo turno de noche, apenas coincidimos en casa.
− Es que no me apetece: tus amenazas cada vez me duelen más.

Autor: David Vives Kruse

Título: El turno de tristeza

− Desde que tengo turno de noche, apenas coincidimos en casa – le dije serio.
− Pues entonces deberías cambiar – me dijo ella.
Miré confuso a mi esposa. Siempre la entendía, pero esta vez se quedó corta. Esperaba que dijera algo más, pero se quedó callada.
− Pero, ¿Qué cambie de trabajo o de turno?
− No. De mujer.

Autora: Sara Varela Serrano

Título: Ambición

Desde que tengo turno de noche apenas coincidimos en casa y esto está deteriorando nuestra relación.
Mis miedos eran ciertos: económicamente vivimos mejor, pero el precio es alto. Ya no tenemos tiempo para nosotros, y todo por la ambición de tener más y más. Deberíamos organizarnos mejor o la batalla la ganará el dinero y no el amor. En los cuentos, el príncipe azul siempre gana, pero en la realidad el villano a veces puede más.

Autora: Bárbara Tello Durán

Título: I would like…

− Desde que tengo turno de noche apenas coincidimos en casa.
Tan seguida dijo la frase que se juntaron las letras con la salsa del cordero y el pan.
Se miraban mientras comían. Ella se escondía entre bocado y bocado: evitaba toda clase de preguntas relacionadas con su trabajo de noche. Él nunca podría saber lo que urdía cada noche, para ella, fantasiosa noche.

Autor: Josh Peters

Título: Adiós

“Desde que tengo turno de noche, apenas coincidimos en casa. Y cuando coincidimos, pasan desgracias: el lunes te pilló un coche, el martes te cayó un rayo, el miércoles te caíste por las escaleras, el jueves se murió tu abuelo y hoy, viernes, te dejo”. Y cayó al suelo desplomado.

Semana 17ª. Le cobran en aquella fila de la izquierda, si no le importa.

Autora: Lucía Sánchez Martín

“Le cobran en aquella fila de la izquierda, si no le importa”. Así reza el cartel que colgaron cincuenta años atrás, el cual ha perdido el color amarillo chillón que en sus tiempos lo caracterizó. El cristal de las taquillas está roto y las paredes desconchadas, apenas sin pintura. Todavía recuerdo las tardes de invierno pasadas con ella en el interior de este viejo cine que hoy mira la calle con recelo, como un abuelo vigilando a sus nietos desde lejos.
─ Costará mucho arreglar todo esto… – sus ojos siguen brillando como entonces y aún hoy me siguen dando fuerzas.
─ Nadie dijo que fuera a ser fácil.

Autora: Laura Cruz Amaya

Título: Cola

─ Le cobran en aquella fila de la izquierda, si no le importa – dijo la dependienta con el ceño fruncido.
Llevaba treinta y siete minutos en la cola y otra vez tendría que esperar. No dije nada, sólo suspiré. Calculé el tiempo que me quedaba: tenía aún diez minutos para llegar a mi destino. Las manos me sudaban.
Quedaban tres minutos. Me preguntaba si alguien me echaría en falta en el partido. Un minuto. Salí lo más rápido que pude, a toda velocidad. Cogí el coche. Una curva, un descuido, un derrape, un segundo es lo que hace falta para quedarse en el recuerdo.


Autor: Adrián Romero Guerrero

Título: Negocios

─ Le cobran en aquella fila de la izquierda, si no le importa.
Él sonrió. Siempre ha sido el mejor postor, desde joven.
Un pesado maletín se desprendió de sus manos. Sayid recogió a la joven, tapada por el velo. El negocio familiar le ha convertido en lo que es ahora.

Autor: Josh Peters

Título: Maldita cajera

─ Le cobran en aquella fila de la izquierda, si no le importa – dijo la cajera que cerraba su caja.
En ese momento pensé: “¿Por qué tengo que pagar? No quiero pagar; esta mujer quiere matarme, seguro”.
─ ¡Déjeme en paz! – grité.
Entonces empecé a pegarle en la cara, porque no quería que me hiciese daño. Fue defensa propia. Después, los guardias me confundieron con la cajera asesina y me llevaron a la cárcel. ¡Están locos! ¡Me confundieron con la cajera!

Autora: Marian Robles Algar

Título: La espera

“Le cobran en aquella fila de la izquierda, si no le importa”. La verdad es que no me importaba. Junto a él podría permanecer toda mi vida, es parte de mí. Tiene los ojos azul cielo y los labios carnosos. Se le veía tan contento, tan feliz. Lo normal, casi siempre lo está. Mientras esperamos, le saco el biberón: empieza a tener hambre. Es una espera larga.

viernes, 11 de febrero de 2011

16ª SEMANA. Y se la tuvo que llevar

Frase de comienzo: Y se la tuvo que llevar

Autor: David Vives Kruse

Título: Feliz cumpleaños…

Y se la tuvo que llevar: cogió la bici roja y la colocó en la baca de su coche. El dependiente se despidió de ella y entró en la tienda. Ella entró en el coche y pensó en la cara que iba a poner su sobrino al ver que no iba a tener la bici azul que quería para su cumpleaños.

Autor: Marco Muñoz Pérez

Título: Una buena adicción

Y se la tuvo que llevar, en la mano. A ella y a todos sus amigos. Y a sus padres y a sus familiares, tíos, abuelos, incluso su casa. Todo. No sabía por qué y, claro, se preocupó. Entonces fue al médico. Y este le dijo: “Tranquilo, no se preocupe, usted tiene lo que llamamos una profunda adicción a la lectura”.

Autora: María Sirgo González

Titulo: Sueños

Y se la tuvo que llevar de aquel extraño lugar como cada noche, sus ruegos y llantos acabaron convenciéndolo. Sentía algo especial por ella, pero se obstinaba en no aceptarlo. Y se despertó completamente solo en la cama, como cada mañana.

Autora: Lucía Sánchez Martín

Título: Un trabajo duro

Y se la tuvo que llevar pese a las demoledoras súplicas que la instaban a hacer lo contrario.

─ ¡Mamá! ¡Mamá! ¡Ven aquí, por favor! – Los gritos de la pequeña se hacían hueco entre los millones de lágrimas que empapaban su inocente carita. Cada una era una razón más para dejarla correr de vuelta a casa. – ¡Mamá! ¡Papá! ¡Tengo miedo, mamá!

La sujetó un poco más fuerte y la montó en el coche. Al atarle el cinturón, pudo ver varios moretones en su brazo. Al levantar la cabeza y ver de nuevo la cicatriz de su cara, estuvo segura de que estaba haciendo lo correcto.

15ª SEMANA. La bala, en la sien

Frase de comienzo: La bala, en la sien

Autora: Lucía Sánchez Martín

Título: Frío

La bala, en la sien. Una sonrisa macabra se formó en su rostro. El cadáver aún parecía respirar bajo sus pies. Se paró unos segundos más delante de él, lo observó y se sintió satisfecha de sí misma. Dio media vuelta, recogió su copa de champán y salió al jardín. Estaba lloviendo.
Rodeada de rosas rojas, miró una vez más atrás y vio correr la sangre por la alfombra del salón como persiguiéndola, como si pudiese darle alcance, vengativa. Dio un sorbo, se arregló el cuello de la chaqueta y salió de la casa, completamente feliz.

Autor: Adrián Romero Guerrero

Título: Casquillos

La bala, en la sien. El cilindro de cobre bailó sobre las baldosas de mármol al caer en aquella vieja azotea. La sombra bajó por las escaleras. Olor a mar, un estruendo en el muelle. No había cadáver, ni sangre. Tendría que explicárselo a Ed.

Autor: Diego Chillón Pino

Título: Pedazos

─ ¿La bala? En la sien.
─ Los brazos…
─ En algún punto del lago.
─ ¿Y el resto del cuerpo?
─ En la playa.
─ Buen trabajo.

Autor: Raquel Fernández Gallego

Título: Un experto en conexión

La bala, en la sien, la del último beso, la que falló el amor. La flecha, en el corazón, la del primero, la que el famoso angelito acertó…

Autor: Marco Muñoz Pérez

Título: Solo una obra, aparentemente

La bala, en la sien. Todos disimularon sobre el escenario, como si formara parte del espectáculo incluso la sangre que bañaba el decorado de la obra.


Autor: Bárbara Tello Durán

Título: Situaciones paralelas

La bala, en la sien incrustada, en lo más profundo del cráneo. Una gran mancha impregna todo de color rojo. Él se encontraba en la misma situación, incrustado en lo más profundo de una insólita ciudad. Una gran mancha de indios lo rodea. Siente que lo persiguen. Mira, no ve a nadie, oye ruidos siniestros. En ese mismo instante, Guillermo pulsa el botón “Pause” y va a merendar. Le rugen las tripas.

Autora: María Sirgo González

Título: Todo lo que nace se apaga

“La bala, en la sien. Calle principal a las siete y cuarto de la tarde. El nombre no te interesa. Tienes la foto”. Ya tenía cómo, quién, dónde y cuándo, pero me faltaba el porqué. Esto de ser asesino a sueldo no me parece un trabajo limpio.

Autor: David Vives Kruse

Título: No es un juego

La bala, en la sien; recargo munición, luego en el brazo, luego en la pierna, luego en el abdomen… Ya no aguanta más y se desploma en el suelo.
─ Buen trabajo – me dice el teniente.
Yo sonrío con aires de superioridad, y me voy.
─ ¡Volved a colocar el muñeco! – grita el teniente –. Francisco, hora de lucirse.