miércoles, 18 de mayo de 2011

SEMANA 27.Toca jotas

Autora: María Sirgo González
Título: Lluvia destructiva

“Toca jotas”, malpronunció Tomás. En una mano sostenía el vaso de Whisky y con la otra sujetaba los naipes. Pocos segundos después, soltó un suspiro acompañado de unas palabras que, al menos, sonaron afectuosas.
Todo habría sido distinto si no hubiera aparecido ese desgraciado tumor. Seguro que, si ella aún estuviese viva, no llovería tanto sobre los tejados mohosos de esta ciudad. Desde luego, seguro que Tomás no se sentaría tan a menudo a mi lado para emborracharse desenfrenadamente.

Autor: Marco Muñoz Pérez
Título: A prueba de niños

“Toca jotas”, dijo el encargado. Simultáneamente señaló una esquina y algunos como yo fuimos trasladados a ella. Prosiguió la lista y, cuando todos los grupos estaban ordenados, empezamos a ser bruscamente agarrados y retorcidos. Se supone que estábamos preparados para esto. No era cierto: ahora me faltan varios miembros. ¡Qué suerte que mañana nos vuelvan a dejar como nuevos! Ser de la sección infantil de la biblioteca no es nada fácil.

Autora: Cristina Suárez Herrero
Título: El corte perfecto

-¡Toca jotas! Su color es perfecto, un rojo apagado que brilla con el oro líquido que cae suavemente sobre él.
-Sí, pero su textura es aún mejor. Un sabor salado, jugoso, y un corte fino. Esperaremos a que den el resultado final.
Las dos chicas se sentaron junto a los otros degustadores de esa temporada. Un hombre trajeado con chaqueta y pantalón negros y una espantosa corbata amarilla se subió al escenario y dijo:
-El ganador de esta temporada es “5 jotas”. Felicidades a los demás jamones y buen provecho.

Autora: Raquel Fernández Gallego
Título: Quien se pelea se desea

“Toca jotas”. Así llamamos a Cinthya a veces, porque en el típico juego de las latas en el que vas girando el cierre y diciendo el abecedario, cuando su cierre se desprende, siempre le toca la jota, la jota de Javi, y siempre se acaba enfadando porque le decimos que el destino nunca falla. Pero ella sigue alegando que no lo soporta y que ella es dueña de su destino. Aunque, claro, si no le hacemos caso al destino, podemos hacerle caso a ese famoso refrán…


Autor: Diego Chillón Pino
Título: Escuela

-Toca jotas. Ahora la a. recoge los papeles. Haz esta ficha…
Estaba hasta las narices de esa tirana asquerosa. Ya no la aguantaba más, así que cogí el teléfono de Pedro Picapiedra y se lo tiré a la cabeza. Se enfadó mucho y me vinieron a recoger papá y mamá. Al menos ese día no la vi más, pero tendría que verla el resto del curso.

SEMANA 26. Este gordo ocupa mucho lugar

Autora: Imane Dergual
Título: Matrimonio de oro

Este gordo ocupa mucho lugar. Cuando viene de su trabajo, me despierta al meterse en la cama y me deja un lugar muy pequeño; además, ronca mucho. Menos mal que trabaja todo el día y cuando viene ya estoy dormida. Detesto estar con él los fines de semana y en las vacaciones. Pero hay cosas que me encantan de él. Por ejemplo, su flamante tarjeta de crédito.

Autora: Nerea Vera Burgos
Título: Evacuación

“Este gordo ocupa mucho lugar en el avión. Con las reservas que tenemos, esta boca es demasiado grande como para alimentarla”. Discusión y movimientos bruscos de puertas acompañados de un leve grito. Ya están contentos: el vacío ocupa el avión.

SEMANA 25. Todos apretujados en aquel enorme congelador

FRASE DE COMIENZO:

Autor: Adrián Romero Guerrero
Título: Hielo

Todos apretujados en aquel enorme congelador, quietos, ni un solo suspiro, tan solo el aire resonando en las metálicas paredes.
Una avalancha de pisadas se aproximaba a la sala: el tanatorio se llenó de dolor.

Autor: Marco Muñoz Pérez
Título: El congelador siniestro

Todos apretujados en aquel enorme congelador. No era uno corriente: ahora todos los que residían dentro eran iguales. Tanto los barrenderos y cajeros como los grandes abogados que lo ocupaban tenían la misma importancia, el mismo trato, el mismo destino: una visita del forense.

Autora: María Sirgo González
Título: Polo Norte

Todos apretujados en aquel enorme congelador humano. Todos eran víctimas del accidente aéreo.
De golpe, me vi viajando por el espacio estelar, contemplando la grandeza del universo, como un astronauta más. Millones de estrellas me rodeaban y alguna estrella fugaz pasaba relativamente cerca. No tengo mucha idea, pero a lo lejos creí distinguir Saturno, la Osa Mayor y la constelación de Orión. A medida que se me pasaban los efectos del golpe, me sentía menos astronauta.

Autora: Sofía Moro García
Título: Un congelador extraño

Todos apretujados en aquel enorme congelador, vestidos de forma extraña, en pijama; todos asustados, temerosos de que algo pase… Yo sólo observo, aprendo de mis superiores y me limito a obedecer sin preguntar. Se oyen golpes, personas desplomadas en el suelo. Olvido. Vuelvo a llenar el congelador.

Autor: Jonathan Tadeo Leiva
Título: Consecuencias

Todos apretujados en aquel enorme congelador. Así estábamos. Se nos acababa el aire y cada vez estábamos más cerca de la muerte. Hiciéramos lo que hiciéramos, moriríamos. Uno por uno fuimos cayendo, como moscas. Primero, Fernández; después, González; tras él, i hermano. Me habría gustado reprocharle: “Te lo dije”. Y así, una larga lista de familiares y amigos hasta que me quedé solo. Entonces, silencio.



Autora: Lucía Sánchez Martín
Título: 13 de octubre de 1972

Todos apretujados en aquel enorme congelador como si de sardinas nos tratásemos. No recuerdo experiencia peor, la verdad. Nos apretujábamos los unos contra los otros en un inútil intento de conseguir unos grados de temperatura y buscábamos comida debajo de las piedras, literalmente. Aún no estoy seguro de qué llegó primero: el canibalismo, la desesperación o el ansia de supervivencia.

Autor: David Vives Kruse
Título: Locura violenta

Todos apretujados en aquel enorme congelador y, aunque el congelador fuera más grande, también se llenaría en poco tiempo. Esto es deprimente: cada día veo entrar muertos de personas que no merecían morir. Esto no parece un hospital, parece un cementerio. Yo espero el día en que termine la masacre. Y rezo a Alá para que Gadafi reflexione sobre sus actos.

Autora: Sara Urbaneja Delgado
Título: Una pequeña broma

Todos apretujados en aquel enorme congelador sin poder respirar aire puro. No sabíamos qué hacer: estábamos aburridos, pero a la vez tranquilos, pues sabíamos que pronto nos sacarían de allí. Nos pusimos a comer helado hasta hartarnos. Por fin, unos policías armados nos sacaron de ese congelador y nos llevaron a comisaría. Lo pasamos bastante mal, pero fue una tarde entretenida. Es lo que tiene ser un adolescente de 15 años…