miércoles, 27 de octubre de 2010

5ª SEMANA. Rutinariamente, intercambio sus pulseras identificativas

Frase de comienzo: Rutinariamente, intercambio sus pulseras identificativas.

Título: Enfermos sin suerte

Autora: Ailén Bruschetti Ricotti

Rutinariamente, intercambio sus pulseras identificativas: hoy, Robert Walmet con Samuel Petersen, lo que quiere decir diabetes con arteriosclerosis. Las intercambio rápido, nadie me observa, sonrío, les doy una palmadita en la cabeza como siempre hago y me voy. Viene el enfermero de turno a darles la medicación. Suspiro tranquilo: en menos de dos horas estarán muertos. Los tacho de mi lista y voy por William y Rachel. Espero que disfruten de sus familias porque mañana ya no podrán.

Título: Caos en la clínica veterinaria

Autora: Paula Domínguez Domínguez

Rutinariamente, intercambio sus pulseras identificativas y no sé por qué lo hago. Hace unas horas entró un pequeño caniche sucio y maloliente. Lo lavamos, lo peinamos, y el veterinario le puso la vacuna junto con la pulsera identificativa.
Juan, mi jefe, es el que decide dónde va a vivir el pequeño caniche, y me dijo:
- Marisa, llévalo a la jaula número cuatro.
No iba ni por la mitad del camino, con la pulsera en al mano, y ya estaba pensando a quién se la cambiaría: ¿al bóxer, al pastor alemán…? No sé, ya veré… ¡Pero no penséis que estoy loca!

Título: Familia

Autora: Imane Dergual

Rutinariamente, intercambio sus pulseras identificativas. Después, me quedo mirándolos desde lejos. Las enfermeras los entregan a sus madres. Cada una de ellas contempla a su hijo para ver todos sus detalles y darle muchos besos. Entonces vienen los familiares muy felices y el bebé pasa de mano en mano. Le cantan canciones y su padre le da alguna cosa que perteneció a su familia durante generaciones. Y yo los observo y me pregunto si estarán igual de contentos cuando sepan la verdad.

Título: Deterioro cognitivo

Autora: Lucía Sánchez Martín

Rutinariamente, intercambio sus pulseras identificativas mientras duermen, pero nunca antes de inyectarles el suero para la pérdida de memoria. Ver cómo cada mañana despiertan en un nuevo mundo sin saber nada de ellos ni de nadie es realmente fascinante. Los gritos de desesperación y angustia son como música para mí: “¿Dónde estamos?” “¿Quién eres tú?”. A pesar de lo que muchos digan, no estoy loco: es todo muy sencillo. Ya querrían formar parte de mi obra los que quieren encerrarme… Ojalá esos ignorantes supiesen lo que es no reconocer a la persona que más te ha dado en la vida…

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